Google Keep



(versión original aparecida en #ViajeraFrecuente el 12 de mayo de 2014. En esta versión se agregó comentario sobre Catch).

Salir de viaje es bonito, aún cuando sea por razones de trabajo. La única parte que molesta a muchas personas es armar – desarmar – armar –desarmar maletas. Y cuando son varios los países que debemos visitar, el cambio de hoteles nos obliga a hacerlo varias veces.
En mi caso, hecho mano a todos los recursos, aún tecnológicos, para facilitar las tareas. Existen varias aplicaciones que podemos utilizar para ayudarnos; en mi caso utilizo Google Keep, aplicación que podemos utilizar en el teléfono, la tableta y la computadora de escritorio y se sincroniza automáticamente; puede descargarse desde Google Play para tus dispositivos móviles.
Te permite crear listas y tareas y a cada ficha darle un color diferente. Para facilitar el armado de maletas, lo que hago es crear listas de cosas que no debo olvidar en ningún viaje y les asigno un color (este color lo dedico solo a estas listas de viaje). En mi caso, tengo un sistema que me ayuda mucho: tengo varias fichas o tarjetas conforme las categorías de cosas que debo empacar: perfumería, bijouterie y accesorios, ropa formal, ropa informal, calzado, ropa interior, varios.
Estas listas las organicé la primera vez y luego las he conservado en “elementos archivados”, de modo que cada vez que viajo, acudo a esta lista para no olvidar nada de lo que debo llevar.
Sin embargo y como soy muy curiosa en cuestiones tecnológicas, últimamente comencé a probar otro sistema de catchnotes-gplay4listas que instalé en mis dispositivos Android (soy Androidmaníaca): Catch. Es agradable a la vista, fácil de usar y ayuda a mantenerme organizada. Para mi sorpresa, Catch me resultó más evolucionada que Google Keep. Posibilita un rango más amplio para ordenar mis listas, colabora visulamente para encontrar las cosas y puedo crear espacios compartidos.
Una vez que sé lo que debo llevar, tengo un sistema para empacar que ahorra espacio y me asegura que las cosas llegarán ordenadas y sin arrugarse. He comprado unas bolsas con cierre hermético (de las que se utilizan para guardar alimentos en el refrigerador) y allí guardo todo aquello que puede romperse y manchar la ropa dentro de la maleta (perfumes, desodorantes, maquillaje, cremas).También tengo unos sobres grandes de plástico con cierre, donde guardo camisas, blusas y remeras por un lado, ropa interior por otra, polleras y pantalones… Cuando llego al hotel, solo saco las bolsas y las coloco en los armarios, con mi vestimenta como recién planchada.
Cuando tengo que recorrer varios países en pocos días (es frecuente que en cinco días tenga que visitar tres países)organizo la maleta conforme los países donde voy llegando: al fondo coloco la ropa que utilizaré en el último país y más arriba la que utilizo en primer orden. Así, no tengo que desarmar todo cuando llego al hotel con pocos minutos para la primera reunión.
¿Necesitas ahorrar más espacio? Te paso otro tip: podés guardar cosas dentro de los zapatos para economizar lugar y , de paso, no se aplastan. Por ejemplo, podés “rellenarlos” con las bolsitas de bijouterie pequeña o con los calcetines, por ejemplo.
(versión original aparecida en #ViajeraFrecuente el 12 de mayo de 2014. En esta versión se agregó comentario sobre Catch).

Y aquí estoy otra vez en un pre-embarque, tomando café con leche para amenizar la espera. Los viajes cambiaron desde que llego Internet: ahora uno se ubica donde hay mejor conexión y peregrina hasta el santuario de WiFi.
Ya no se mira tanto el entorno: la pantalla (cualquier pantalla) concita toda la atención. Recuerdo mis primeros viajes pre-internet, cuando todo era registrado con los ojos y en cuaderno. Ahora queda en Foursquare-Swarm, Instagram y Blogger.
El viaje mediado por la tecnología cambia la experiencia y la filtra por aplicaciones sociales que nos encierran en un dispositivo. Por querer socializar, nos aislamos en nuestros smartphones viajeros. Ahora mismo en vez de enriquecerme con la experiencia visual multicultural que proporciona el aeropuerto me apuro para escribir y postear antes del embarque.
Y si. El tiempo pasa y nos vamos volviendo techos.





 

Salir de viaje es bonito, aún cuando sea por razones de trabajo. La única parte que molesta a muchas personas es armar – desarmar – armar –desarmar maletas. Y cuando son varios los países que debemos visitar, el cambio de hoteles nos obliga a hacerlo varias veces.

Google KeepEn mi caso, hecho mano a todos los recursos, aún tecnológicos, para facilitar las tareas. Existen varias aplicaciones que podemos utilizar para ayudarnos en la tarea; en mi caso utilizo Google Keep, aplicación que podemos utilizar en el teléfono, la tableta y la computadora de escritorio y se sincroniza automáticamente; puede descargarse desde Google Play para tus dispositivos móviles. Te permite crear listas y tareas y a cada ficha darle un color diferente. Para facilitar el armado de maletas, lo que hago es crear listas de cosas que no debo olvidar en ningún viaje y les asigno un color (este color lo dedico solo a estas listas de viaje). En mi caso, tengo un sistema que me ayuda mucho: tengo varias fichas o tarjetas conforme las categorías de cosas que debo empacar: perfumería, bijouterie y accesorios, ropa formal, ropa informal, calzado, ropa interior, varios.Estas listas las organicé la primera vez y luego las he conservado en “elementos archivados”, de modo que cada vez que viajo, acudo a esta lista para no olvidar nada de lo que debo llevar.

Una vez que sé lo que debo llevar, tengo un sistema para empacar que ahorra espacio y me asegura que las cosas llegarán ordenadas y sin arrugarse. He comprado unas bolsas con cierre hermético (de las que utilizan para guardar alimentos en el refrigerador) y allí guardo todo aquello que puede romperse y manchar la ropa dentro de la maleta (perfumes, desodorantes, maquillaje, cremas).También tengo unos sobres grandes de plástico con cierre, donde guardo camisas, blusas y remeras por un lado, ropa interior por otra, polleras y pantalones… Cuando llego al hotel, solo saco las bolsas y las coloco en los armarios, con mi vestimenta como recién planchada.

Cuando tengo que recorrer varios países en pocos días (es frecuente que en cinco días tenga que visitar tres países)organizo la maleta conforme los países donde voy llegando: al fondo coloco la ropa que utilizaré en el último país y más arriba la que utilizo en primer orden. Así, no tengo que desarmar todo cuando llego al hotel con pocos minutos para la primera reunión.

¿Necesitas ahorrar más espacio? Te paso otro tip: podés guardar cosas dentro de los zapatos para que, de paso, no se aplasten. Por ejemplo, podés “rellenarlos” con las bolsitas de bijouterie pequeña o medias, por ejemplo.



En el barrio de La Florida, en Av Carrasco (y bajada Gallo) se encuentra Caracolas, un bonito lugar playero donde podés comer unas picadas espectaculares mientras mirás el río.

A veces solo querés comer pizza. Lisa y llanamente. Nada de cocina de autor y nombres estrafalarios, donde una ensalada se convierte en un “lecho de hojas verdes acariciadas por sabores intensos”. No. Solo querés comer pizza y tomar cerveza.

Entonces, si estás en Rosario, podés ir a Helga, en Av Pellegrini 1376. La pizza es rica, los mozos son super-amables y el precio es conveniente.

Para mayor información, fijate en Foursquare. Vas a ver que las opiniones son encontradas, pero ya sabés como es esto…


Si querés comer pescado de río, tenés que ir a Escauriza (su primer nombre fue “La Bajada”, en 1957, luego “Tío Kiki” y desde 1986 se lo conoce como Parrilla Restaurant Escauriza).
Comida abundante, atención cordial y excelente ubicación, es el sitio ideal para una buen almuerzo o cena, aún cuando no te guste comer pescado. Como dicen en su sitio web, está ubicado en La Florida en “uno de los mejores puntos panorámicos de la ciudad, donde Ud. podrá recrear la vista con el imponente Paraná, sus islas, el puente Rosario - Victoria y la costa rosarina”.
En mi caso, no me gusta mucho comer pescado de río, pero lo cierto es que me encantó la milanesa de surubí acompañada de salsa de roquefort que pude degustar en Escauriza.
Muchos famosos lo eligen para disfrutar de su buena cocina, como Leo Messi, Manu Ginóbili, Graciela Borges, Mirtha Legrand y Marco Antonio Solís, entre otros.
Mayor información en Foursquare y TripAdvisor.


































Estuve en el hotel la primera semana del mes de mayo de este año (2014); no lo conocía porque es muy nuevo y me sorprendió gratamente. El hotel es grande, moderno, limpio... "neat". A primera vista es deslumbrante, con brillos de acero, espejos y vidrio; luego se nota que la calidad de los materiales no es la mejor, pero a los efectos que me interesan, está muy bien.

Está ubicado en la peatonal y por lo tanto, la ubicación es cómoda, pero lamentablemente la querida Rosario está decayendo por las cuestiones económicas del país y la zona ya no es muy agradable.
IMG_20140502_125132La habitación que ocupamos en el piso 10 es excelente: muy-muy amplia, con cocina equipada, zona con mesa y sillas, baño con jacuzzi y camas cómodas. Silenciosa (algo que aprecio mucho).
Los productos que provee el hotel en el cuarto de baño no son deslumbrantes: solo shampoo, enjuague, espuma para ducha y gorra de baño.
Tal como se presentaba la habitación, esperaba algo más, comparado con otros hoteles en los que me alojo (y soy viajera frecuente). No tiene, por ejemplo, espejo de aumento (ideal para el maquillaje) pero si secador de pelo.
El desayuno es muy bueno y variado y la zona para desayunar es grande, como todos los espacios del hotel. La cochera es amplia y conectada con el lobby del hotel.
No quedé tan satisfecha con la atención del personal: si bien han sido correctos, carecen de la amabilidad propia que se encuentra en los empleados de los hoteles del resto de Latinoamérica (sobre todo, Centroamérica). Nunca vimos una sonrisa y el contacto visual es escaso, tan diferente de la cordialidad de aquellos lugares acostumbrados al turismo.
Mayor información en Foursquare y TripAdvisor.

Ahora estoy en la frontera entre El Salvador y Guatemala, en el paso San Cristóbal. Vamos viajando en el Platinun King Quality, uno de esos buses que tienen conexión wifi, los asientos que se hacen cama, te dan de comer como si viajaras en un avión y comodidades por el estilo. Apenas comenzó el viaje nos sirvieron el desayuno: frijoles con arroz, plátano frito, huevos revueltos con cebolla y chili, pan, galletas de avena y jugo de melocotón.

Ahora estamos detenidos aquí a al espera de completar los trámites migratorios, sin descender del vehículo.

Nuestro destino es la Ciudad de Guatemala, donde daremos unos talleres y mantendremos una serie de reuniones antes de seguir viaje hasta  Honduras, para las clases inaugurales de la Maestría. El equipo está compuesto por Camila e Iscelle, ambas guatemaltecas, Carlos(venezolano de origen pero ya ciudadano universal), Daniel y yo.

En Guate nos alojaremos en el hotel Best Western Stofella; por lo general lo hacemos en el Mercure Casa Veranda o en el Barceló, de modo que será mi primera experiencia en este hotel.

Es la 1:25 am de lunes 10 de marzo de 2014 y en pocas horas partimos hacia Guatemala. Ayer, domingo, fue la segunda vuelta electoral en el Salvador y por esas cosas de la política latinoamericana, aún no se sabe quien es el presidente porque la cantidad de votos para cada partido es casi la misma.
Llegamos a El Salvador el jueves a las dos y media de la tarde en un vuelo de Avianca. Es esa combinación de vuelos saliendo desde Buenos Aires a las seis de la mañana con escala en Lima. Para salir a las seis, las aerolíneas te piden que estés en el aeropuerto a las tres, de modo que es noche de no dormir… y cuando se llega a destino tampoco se duerme porque hay cosas que hacer.
Pero esta vez fue diferente. Llegamos a San Salvador en horario pero el trámite en Migraciones duró una eternidad y salimos de allí a eso de las tres y media de la tarde. Nos estaban esperando en el aeropuerto los compañeros de la organización local con la que trabajamos, CECADE, de modo que llegar al hotel fue sencillo. El hotel era el mismo en que estuvimos para la primera vuelta electoral en febrero, el Hotel Miramonte.
Llegamos con apetito, de modo que dejamos las maletas y partimos rápidamente hacia el Metromall, que queda a tres cuadras del hotel para buscar donde hacer nuestro almuerzo tardío. Dudamos un poco entre cadenas desconocidas en Argentina o la fast-food global…  debo reconocer que esta vez nos decidimos por el viejo y conocido Burger King, aunque el cierre delicioso lo tuvimos The coffee cup: tomé un exquisito café con coco y un muffin de banana.
Y ahora viene lo extraordinario tratándose de mi: al regresar al hotel me acosté un ratito, con la idea de descansar no más de media hora, porque si hay algo difícil para mí es dormirme. Eran las siete de la tarde. No desperté hasta 12 horas después.
La mañana me encontró ya fresca y despejada, después de la maratón de sueño que había tenido, pero sumamente hambrienta, puesto que no había cenado. Como no me gusta el desayuno del hotel crucé hasta el Metromall y busqué un sitio donde desayunar: esta vez fue Mr. Donut donde se me unió un rato más tarde mi amigo Pablo tan pronto llegó desde el aeropuerto proveniente de Costa Rica.
Por la mañana trabajamos con nuestro compañeros y luego tuvimos una serie de reuniones por la tarde. Una de ellas nos llevó hasta el Hotel Crowne Plaza. Por la noche cenamos en un local de la cadena de comida mexicana Los Cebollines, donde los mariachis presentaron su show con el volumen del sonido tan alto que no nos permitieron mantener la conversación.
El desayuno del sábado lo tuvimos en La San Martín del Metromall: su oferta es tan extensa y deliciosa que cuesta decidirse por un plato.
Nuestro almuerzo de trabajo fue en The House of Coffee en el complejo Plaza Futura. La tarde transcurrió entre reuniones, escapadas al Metromall y más reuniones. Nuevamente cenamos en Los Cebollines mientras manteníamos la última reunión del día.
El domingo comenzó muy temprano: a las cinco de la mañana nos levantamos para estar temprano en CECADE y trabajar en la comunicación de la Observación Electoral en la Sala de Prensa 2.0 que constituimos cuando llegamos a cada país.
Nos levantamos temprano, porque las tres horas de diferencia con Argentina permiten adelantar trabajo y enviarlo a Buenos Aires a tiempo. Bajamos a desayunar, pero no me gustó mucho lo que había en el hotel. De todos modos, ya Camila estaba pasando a buscarnos para las primeras reuniones y era imperioso apurarse.

La mañana siguió con reuniones-taller en la Universidad Rafael Landívar- almuerzo en Oakland Mall- reuniones. Para distendernos un poco, regresamos al Oakland Mall con Daniel para dar unas vueltas y tomar algún jugo y un café sin pensar en conferencias, talleres y demás. Aproveché para comprar una mochila de cuero y revolver un poco en los locales de ropa femenina.

Coronamos la noche en Flights, un lugar fabuloso que propuso Camila, donde se disfruta degustando vinos y aprendiendo acerca de lo que se está bebiendo. Lo que más me llamó la atención allí (además de la excelente atención) es una máquina que conserva los vinos al vacío y que te permite degustarlos utilizando una tarjeta precargada con créditos para consumirlos. Maravilloso.
Llegamos a Guate a eso de las once de la mañana del lunes, absolutamente rendidos aunque tratamos de dormir en el bus Platinum – King Quality que nos llevó desde San Salvador. Quedamos con Camila en que pasaría a buscarnos a las cuatro y media de la tarde para ir a una reunión que ya teníamos agendada. La idea era hacer el check in en el hotel Best Western Stofella y descansar un rato. Por lo general, en Ciudad de Guatemala nos alojamos en el Hotel Barceló o en el Mercure Casa Veranda, pero esta vez decidimos probar algo nuevo.

Error de cálculo: el check in en el hotel se hacía recién a las tres de la tarde, así que anduvimos por ahí hasta que se hizo la hora. Fuimos a almorzar a Montano Steak House y, por supuesto, jamás descansamos un minuto. Así, en condiciones deplorables, partimos rumbo a la reunión.


Después del maratónico día no hubo energía ni ánimos de salir de paseo por la noche, de modo que hicimos una cena liviana en La San Martín: una pizza individual para Daniel y un sándwich de atún en pan integral para mí. 

El cansancio me jugó una mala pasada: amo estar en Guatemala y no salir por falta de fuerzas no fue lo mejor que me pudo pasar.